miércoles, 4 de enero de 2012

Pedazos de sol, rayos de corazón

Hoy rompí una foto vieja, fue tomada hace un par de semanas. Entonces todo era nuevo y lleno de color, las sonrisas y las miradas bastaban para convertirse en detalles que construían una nueva realidad a la cual pensaba entregarle un pequeñito fragmento de corazón, pero en un tímido halo quedó.

También abracé a la inmensidad que encierra la vida, esperaba detrás de la puerta llena de ilusión. Debo confesar que tiempo atrás quiso arrebatarme el corazón a cambio de un pedacito de sol, intercambiamos sonrisas y decidimos regalarnos un espacio sincero, acorde al tiempo y la edad.

Por otro lado dudé de la realidad y los planes, las nubes se robaron el sol entero y opacaron también el corazón pero de noche florecieron vueltas esperanza y unidad.

A media tarde volví a ese lugar donde un pedacito busca su corazón y sin darse cuenta llena de sol los rincones más inciertos, incluso los propios que le resultan desconocidos.

Ahora pienso en los corazones hechos pedazos, los que han quedado regados en tan diversos escenarios. Reviso también los soles que se han apagado por llevar luz a inhóspitos lares o porque fueron demasiado brillantes para el contexto.

He aprendido que regalar espacios del corazón genera añoranza y nostalgia por las ausencias y que despojar de rayos al sol es fuente de oscuridad en el origen. Sin embargo, parece que propagar rayos de corazón y hacer que inunde la oscuridad multiplica la luz tal como otorgar pedacitos de sol es fuente de vida y calor humano.

Por eso he decidido volver pedacitos de sol los espacios de mi corazón que antes regalé, para que llenen de calor, vida y alegría la realidad actual. Y los rayitos de sol han de convertirse en halos de corazón que lleven esa vida a los rincones inertes o expectantes, esos que no se han ubicado y añoran libertad.

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