lunes, 1 de agosto de 2011

Por los que nos faltan...

Porque todas alguna vez hemos sentido el dolor de la impotencia, la frustración de la tristeza ajena. Porque hemos querido con cada pedacito del corazón abrazar en la distancia a ése que está solo o triste.

Porque, con suerte, hemos entendido que no podemos cambiar algunas cosas. Porque la conciencia no impide compartir el sufrimiento aunque ellos lo ignoren.

Porque cuando más solas nos sentimos sabemos que ellos pueden estarlo más. Porque la esperanza de su felicidad nos hace sonreír; porque incluso, la propia, a veces nos hace sentir culpables.

Porque enterarnos de rebote de su vida nos genera un sentimiento raro en la panza, pero no saber nada, nos apachurra el corazón.

Porque aferrarnos no siempre es sano, porque hasta el agua se pudre.

Porque a veces necesito recordar quién soy y qué quiero, porque mucho tiempo no vi más allá de aquél.

Porque con el primer paso se afianza la paz, porque le pido a Dios que no le falte.

Porque cuando te abrazo y veo que sonríes tímidamente sé que hoy vale la pena por ti, porque tú estuviste conmigo entonces.

Porque de esto se trata, porque buscando encontramos, porque la esperanza no se agota, porque entender duele, porque ver da miedo, porque caminar fortalece, porque recordar reafirma, porque amar alivia.