jueves, 24 de noviembre de 2011

A pesar del Diazepam

Hace tiempo que me sentía distinta, aparentemente bien, tranquila, estable. La ansiedad había disminuido y estaba haciendo cosas que me hacían feliz, pero por alguna razón había un hueco grande que no lograba llenar.

Quise tomarla con las manos y sentirla pero se esfumaba cuando apenas iniciaba el contacto con mi piel; intenté fotografiarla pero no me atreví a exponerla a una ruptura o inhibición.

Hacía tiempo que no me permitía verla, la distancia de la vida cotidiana nos había alejado aunque algunas noches nos reunía la nostalgia, de vez en cuando se apropiaba del estrés que genera el tránsito vehicular entre las dos y las tres de la tarde. Sin embargo, no la encontraba ya como refugio ni ella a mí como escaparate.

En una sencilla palabra hizo saltar mi corazón y brillaron mis ojos, entonces respondí y la encontré. La memoria revivió aquella duda lejana de sumergir cada aliento en ella, ¿será tarde? ¿qué lugar se merece? ¿qué podemos regalarnos mutuamente?

Y junto al romántico callejón pusimos el punto de reunión; cual brisa fresca rozó mi piel, que inicialmente se negó a la seducción y con los ojos bien abiertos la buscaba pero no podía verla con claridad, fue saltando de rincón en rincón y logró inundar hasta el espacio que guardaba entre mis labios y me dejé llevar. Sentí ese abrazo que faltaba y su esencia se empeñó en recorrer cada centímetro de mi piel, entró y no pude hacer más, la decisión estaba tomada.

Han querido interponerse, la enfermedad, el tiempo, el poder, el cansancio, incluso veladamente el Diazepam. Han buscado apagar las caricias y reducirlas a una sonrisa sincera pero insuficiente. Hace unos días la vida exigía una lágrima de euforia, una meta proponía más que escalofríos, la impaciencia reclamaba su lugar. Hoy una voz aguda añoró una carcajada, fue entonces cuando la consciencia intentó valorar quién podría devolver a cada cual lo suyo con aquellos obstáculos.

Y fue sólo ella, que sutil y natural abrió la puerta y se volcó una vez más en el aire, sin importarle el tiempo se mezcló con todo lo que encontró a su paso y en su camino dio color a esa fotografía pendiente, que espera un haz de luz travieso, que se construye de mucho más que letras y notas…

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